Hablar del origen del té verde es hablar de China. Allí, hace unos 5.000 años esta hierba comenzó a utilizarse. En principio solo era consumida por la dinastía Ming así como por las clases más privilegiadas. A partir de la caída de dicha dinastía, ya fueron todos los estratos sociales los que tenían acceso a esta hierba. A partir de ahí, el té verde comenzó a propagarse por el resto del mundo a un ritmo muy lento. De hecho, no es hasta el año 1673 cuando entra en Europa a través del Reino Unido. Una bebida que como ya sabemos se ha hecho, a partir de ahí, mundialmente famosa. Sus beneficios medicinales han sido descriptos hace más de un milenio. El Kissa Yojoki, o Libro del Té, escrito por el prior Zen Eisai en 1191, describe cómo la bebida de té verde da efecto positivo en los cinco órganos vitales, especialmente el corazón.

En el cabello, el té verde está indicado para mantener en buen estado el cuero cabelludo. Además contiene flavonoides, polifenoles y catequinas, sustancias que tienen características antioxidantes, antiinflamatorias, y antimicrobianas. Todo esto se traduce en un cabello purificado y revitalizado.